: : Boletines INAH : : 12 Febrero 2013 : :
En la cúspide de la Pirámide del Sol, a 66 m de altura, arqueólogos del
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta)
localizaron la escultura más grande de Huehuetéotl, dios viejo o del
fuego, hallada hasta ahora en Teotihuacan, en el Estado de México;
además de dos estelas completas de piedra verde y el fragmento de otra,
que debieron decorar hace 1,500 años el templo que coronaba esta
edificación.
El arqueólogo Alejandro Sarabia, quien junto con su colega, el doctor
Saburo Sugiyama, de la Universidad Provincial de Aichi (Japón),
desarrolla desde 2005 el Proyecto Pirámide del Sol, informó que las
piezas se encontraron al interior de una fosa —de 4 metros de ancho, 17
de largo y 5 m de profundidad—, que probablemente data de finales del
siglo V o inicios del VI de nuestra era.
El templo, que existió en la parte más alta de la pirámide, fue
destruido por los propios teotihuacanos en ese periodo, pero algunos
elementos arquitectónicos —como las estelas descubiertas— se dejaron en
el lugar, pues su interés era otro. Sarabia y su equipo consideran que
la fosa fue excavada en tiempos prehispánicos para recuperar la ofrenda
principal de la construcción, en un acto de desacralización y repartir
su contenido en otros edificios públicos de la antigua ciudad.
Al paso del tiempo, las piezas arquitectónicas que habían quedado in situ,
cayeron dentro de la oquedad y ahí permanecieron durante siglos. Las
recientes exploraciones en la cima de la Pirámide del Sol, las primeras
en realizarse en este espacio, representaron una oportunidad única al
dejar expuestos elementos inéditos de lo que fue su templo.
La arqueóloga Nelly Zoé Núñez Rendón, también investigadora del
Proyecto Pirámide del Sol, responsable de las excavaciones en la cúspide
de la edificación, precisó que el objetivo inicial de las mismas era
ubicar el desplante del último cuerpo, mediante una cala de 3 por 5 m,
en sentido norte-sur.
A escasos 50 centímetros fueron apareciendo los elementos señalados, la
escultura del dios viejo o del fuego (la más grande de su tipo en
Teotihuacan) y el fragmento de una estela de 80 kilos, más otros objetos
de piedra verde o pizarra, como cuentas y placas y concentraciones de
conchas marinas.
La poca profundidad a la que fueron localizándose las piezas, indica
que cuando Leopoldo Batres consolidó la Pirámide del Sol, hace poco más
de un siglo, únicamente cubrió la cima, sin antes haber excavado esta
área.
Para Nelly Núñez, los hallazgos en la cúspide de la pirámide destacan
por su gran formato. La escultura de Huehuetéotl (que se halló completa
en 75 por ciento, y fue realizada en andesita gris) tiene 58 cm de
altura y pesa alrededor de 190 kilos.
Esta representación conserva, en un caso inédito, parte de la
pigmentación original sobre los diseños geométricos en bajorrelieve e
iconográficamente dista de otras representaciones de la deidad. Sus
brazos aparecen entrecruzados, las arrugas del rostro son poco
profundas, la decoración de su brasero es atípica, porta un antifaz,
además de moños, tanto en la cabeza como en el cuello.
Este espectacular descubrimiento, aunado al hallazgo en 1906 de un
brasero y varios símbolos escultóricos de la ceremonia sagrada del Fuego
Nuevo sobre la plataforma adosada, podría indicar que la Pirámide del
Sol fue escenario de cultos de carácter ígneo (dedicados al fuego) y de
finales de ciclos calendáricos.
En lo que respecta a las estelas completas de piedra verde, todas ellas
son lisas. La primera —de 2.56 m de largo y 955 kilos (el monolito de
piedra verde más grande de los 20 registrados en Teotihuacan)—, se
encontró a 4.30 m de profundidad; la segunda estela —de 1.40 de alto y
300 kilos—, fue descubierta en la primera semana de diciembre pasado,
poco antes de terminar la temporada de exploración de 2012.
Para su transportación a las oficinas del proyecto de investigación, se
requirió del apoyo de personal de la zona arqueológica, particularmente
de las áreas de restauración y museografía, que supervisaron su
embalaje y descenso desde 66 m de altura, mediante un sistema de cuerdas
y anclajes en los diferentes cuerpos de la Pirámide del Sol.
Con dicha temporada de exploración arqueológica, efectuada de junio a
diciembre de 2012, se buscó despejar dudas acerca del sistema
constructivo y del fechamiento de la gran pirámide que mide 214.6 m,
215.2 m, 215.7 m y 210.5 m en planta por los lados norte, este, sur y
oeste, respectivamente.
“Con las excavaciones de las últimas temporadas (2010 y 2012) podemos
decir que fue concebida desde el principio con la altura que hoy podemos
apreciar, cercana a los 70 m, hablamos de los siglos I o II d.C. Ahora
sabemos que se realizó en un solo momento, dentro del periodo
mencionado, aunque en el siglo III fueron ampliados sus dos primeros
cuerpos, es decir, aumentó su anchura. De manera que estas cuestiones
quedan despejadas después de poco más de 100 años de exploraciones”.
Cabe recordar que entre 2008 y 2010, valiéndose de un túnel de 116 m de
longitud —excavado en 1919 y 1931—, los investigadores del INAH
pudieron localizar, mediante pozos estratigráficos, tres estructuras
previas a la construcción de la Pirámide del Sol, y dos ricos depósitos
de materiales, uno de ellos, la ofrenda de consagración del edificio que
data de fines del siglo I o comienzos del II.
“En ese espacio de 4 m2 —detalló el arqueólogo Alejandro Sarabia— se
registraron cerca de mil 200 materiales: conchas, caracoles, discos de
pizarra (los más grandes que conocemos de Teotihuacan) y de pirita, once
vasijas Tláloc, una máscara de piedra verde, 40 objetos de obsidiana
gris (puntas de proyectil, cuchillos y figuras antropomorfas), restos
óseos de un jaguar, de un cánido y de un águila. Básicamente en eso
consistió la ofrenda dedicatoria”.
Por otra parte, la temporada 2012 del proyecto también se enfocó en
otros espacios de la pirámide, como su base, cerca de la esquina
noroeste, para definir el punto de contacto entre la plaza de la
construcción y la muralla que rodea al edificio. También se excavó en
las dos escalinatas del primer cuerpo, con el objeto de encontrar
evidencia de la decoración original, encontrándose una escultura, restos
del talud y del tablero original, todos del siglo V d.C.
El resto de los trabajos se enfocaron a la consolidación arquitectónica
en la fachada sur —supervisados por la arquitecta Silvia Ibáñez Bravo—,
particularmente de un muro de relleno y su talud, así como de otro de
contención en la fachada Este. Mientras, otras labores de conservación, a
cargo de Neyra García Torres, se realizaron en otras estructuras que
forman parte del complejo Pirámide del Sol.
Teotihuacan
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