jueves, 17 de marzo de 2011

Alfredo López Austin recibirá galardones en Texas y Harvard

Ana Mónica Rodríguez :: La Jornada :: 11 marzo 2011

La historia es una corriente que nos transporta y nos obliga a conocerla para entender nuestro presente, con sus actuales transformaciones, explica el historiador Alfredo López Austin, quien ha realizado importantes investigaciones sobre Mesoamérica y, en particular, de la civilización mexica.

López Austin (Ciudad Juárez, Chihuahua), quien este sábado celebra sus 75 años de edad, recibirá los premios Linda Schele por contribuciones sobresalientes sobre arte y cultura de Mesoamérica y la medalla H.B. Nicholson a la excelencia en estudios mesoamericanos. Las instituciones que galardonarán al investigador emérito del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) son, respectivamente, la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de Harvard, por conducto del Archivo Mesoamericano del Museo Peabody de Etnología y Arqueología. Las ceremonias de entrega de ambos premios serán el 26-27 de marzo en la Universidad de Texas y el 15-16 de abril en el Museo Peabody, respectivamente.

Es una enorme satisfacción que me hayan señalado con estos premios y será un gusto enorme recibirlos porque conocí y traté a Linda Schele y porque tuve buena amistad con H.B. Nicholson, distinguido investigador de quien recibí muchas enseñanzas, dice en entrevista López Austin, también investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadores.

Juegos con el destino

Respecto de su larga experiencia de investigador universitario, López Austin comenta: Hay que vivir plenamente día tras día, como si tu labor fuera una aventura de duración y resultados inciertos. Científicamente eso es el trabajo de un investigador. Creo que el juego cotidiano de la ciencia es más importante que el establecimiento de una meta de triunfos o de reconocimientos. Gozo al dedicarme a satisfacer permanentemente mi curiosidad científica, como si me enfrentase a una sucesión interminable de retos.

A manera de ejemplo, sostiene: Uno trabaja elaborando hipótesis, que pueden resultar ciertas o falsas; entonces uno juega constantemente con su propio destino, lo cual ofrece una atractiva dimensión a nuestra existencia.

Entre las distinciones que ha recibido el académico a lo largo de su trayectoria destacan el Premio de Estudio Cultural, del Instituto de Estudios Interculturales y Transdisciplinarios, Tokio, Japón (1993); el Premio Universidad Nacional en el área de investigación en ciencias sociales, así como el reconocimiento del Centro Studi Americanistici Circolo Amerindiano, de Perugia Italia, en 2007.

El historiador ha publicado más de 120 artículos, y entre sus libros se cuentan La constitución real de México-Tenochtitlán (1961), Textos de medicina náhuatl, Hombre-dios, Cuerpo humano e ideología, Los mitos del tlacuache, el emblemático El conejo en la cara de la Luna y Tamoanchan y Tlalocan.

En la actualidad López Austin tiene proyectadas investigaciones en torno a la iconografía. Considero que el mensaje pictórico nos reserva muchas sorpresas, manifiesta, y sin duda sus mensajes podrán ser entendidos y complementados al conjugarlos con datos provenientes de muy diversas fuentes. Así podremos entender mejor los significados de las imágenes en materia religiosa, mítica y, en general, de cosmovisión.

Somos herencia e innovación

López Austin ha profundizado en las investigaciones sobre las distintas vías que tiene el hombre para expresar sus ideas y su cosmovisión. “Me interesa tanto la forma verbal como lo plasmado visualmente en los códices y lo que se mantiene en la rica tradición oral mesoamericana, hasta nuestros días, como mitos, leyendas y cuentos. Sin duda –prosigue– una forma primordial de expresión fue la imagen visual en códices y pintura mural, y esto nos abre brechas de búsqueda.”

El análisis comparativo ha sido una constante en las investigaciones de Alfredo López Austin en los diversos campos. Los temas indígenas y la religión actuales han sido otros enfoques importantes en los trabajos del autor. Las creencias y las concepciones han cambiado, pero, por mucho que se hayan modificado, se debe estar atento a las manifestaciones actuales, porque orientan a la intelección del pasado, explica el académico de la UNAM. Estas transformaciones y derivaciones se deben analizar cuidadosamente, dijo, porque “toda cultura es histórica: al mismo tiempo tiene sus raíces en el pasado y es cambiante; el investigador debe analizar las causas tanto de la transformación como de la conservación de la cultura.

En cualquier individuo, y así lo siento en mí mismo, existen todos los ritmos de transformación histórica de manera simultánea. Somos herencia de muchos tiempos idos y al mismo tiempo somos innovación.

Afirma que así debe entenderse la tradición: La tradición no es un saco de antigüedades que cargamos sobre nuestras espaldas. Es una herencia de instrumentos que nos han sido peculiares a través de las generaciones para enfrentarnos en forma adecuada al presente que siempre es inédito; pero debemos encararlo no sólo con nuestra experiencia generacional, sino con una que nos ha sido propia, característica y que, por tanto, se adapta a nuestra forma de ser, por lo que nos permite un desarrollo más pleno, una mayor capacidad de imaginación ante lo novedoso. Nosotros transformamos así la tradición, la enriquecemos al cambiarla con la experiencia nueva, y todo esto lo heredaremos.

Seducido por la religión

Alfredo López Austin fue seducido por la religión desde temprana edad. Relata la atracción que para él tenía, desde la escuela primaria, la mitología de los griegos y los romanos. El mundo mitológico me atrapó hasta el punto de hacer que dedicara mi vida al estudio de las religiones.

El investigador también ha abordado el tema del cuerpo humano como ente en correspondencia con el cosmos y actualmente se encuentra ocupado en el estudio de las nociones de responsabilidad social de los grupos humanos, la moral del individuo y los vínculos de ésta con las concepciones sobre las almas. López Austin reflexiona sobre la propia existencia humana individual: Más que como unidades de fuerte permanencia, debemos concebirnos históricamente, como entes en constante y profunda transformación. Creo haber aprendido esto del antiguo pensamiento náhuatl.

Alfredo López Austin estudió leyes en la Facultad de Derecho de la UNAM (1956 a 1959) y la licenciatura en historia, la maestría y el doctorado en el Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Otras obras, publicadas en coautoría con su hijo el arqueólogo Leonardo López Luján, son El pasado indígena y Monte sagrado-Templo Mayor.

Alfredo


Documentan astronomía de los antiguos hñahñu

Boletín INAH :: 09 Marzo 2011

Los avances de los estudios arqueoastronómicos realizados en la Zona Arqueológica Cañada de la Virgen, en San Miguel de Allende, Guanajuato, son presentados en el libro El cerro y el cielo, que analiza cómo los antiguos hñahñu construyeron este complejo arquitectónico, ocupado entre los años 540 y 1050 d.C., a partir de la observación de la bóveda celeste.

Tras contemplar el cielo y desarrollar una investigación de más de siete años en este sitio prehispánico que fue abierto al público el pasado 10 de febrero, la arqueóloga Rossana Quiroz Ennis detalla en esta publicación el conocimiento preciso que tuvieron los constructores de esta urbe, particularmente de los ciclos del Sol y de la Luna.

En la obra, editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) con apoyo del Gobierno del Estado de Guanajuato, la investigadora refiere que el registro del movimiento de las estrellas, fue fundamental para el desarrollo de las actividades cotidianas de los pueblos otomíes-hñahñu, “un ejemplo de ello, es que las salidas y puestas del Sol se relacionaban con la agricultura, mientras que el ciclo lunar se asoció con la recolección y la caza”.

Dicho estudio se enmarca en el Programa de Observaciones Celestes en la Zona Arqueológica Cañada de la Virgen, desarrollado por investigadores del INAH; la iniciativa comenzó en 2003 y ha corroborado a través de los años que este sitio tenía un sentido astronómico relevante, “porque la astronomía era un conocimiento vinculado con la supervivencia y organización social de los pueblos agrícolas”, comentó Rossana Quiroz Ennis.

Marzo, destacó, es un mes especial para este centro ceremonial, porque el día 4, el Sol, y pocos días después la Luna, pasan por el pórtico del Complejo A o Casa de los Trece Cielos, que es el principal conjunto arquitectónico de Cañada de la Virgen. “Ambos astros descienden al cerro sagrado, tal y como lo refiere la metáfora de las semillas que entran a la tierra”, comentó Quiroz Ennis.

La experta del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, precisó que en la mayor parte de los sitios arqueológicos explorados en México, como Tula y Teotihuacan, las edificaciones están orientadas hacia el oriente, por ello el Sol emerge por detrás de las pirámides.

“En el caso de Cañada de la Virgen pasa lo contrario, los edificios están al poniente, un patrón poco común en Mesoamérica, lo que propicia que el Sol aparezca por enfrente; este evento se observa con mayor claridad en la Casa de los Trece Cielos, donde el astro pasa por su pórtico y hace parecer que se interna en ella”.

Este fenómeno, abundó, también sucede con la Luna y tiene que ver simbólicamente con el paisaje del inframundo, con la noche, por ello este sitio está más relacionado con el aspecto lunar.

“La importancia atribuida a la Luna es un rasgo que distingue a este sitio de otros que ya han sido estudiados desde el enfoque arqueoastronómico, la contemplación de este satélite estaba relacionado con las fechas de la recolecta, incluso con dicho conocimiento pudieron predecir los eclipses.

“La mayoría de los sitios se rigen por calendarios solares porque es más fácil su interpretación, el astro tiene dos solsticios y un equinoccio, la cuenta es 20 días para el caso del calendario mesoamericano, y de 13 para el tonalamatl o libro de los días”.

Tras referir que la Luna todo el tiempo está cambiando y su lapso de luna nueva a llena dura 29.53 días, la arqueóloga detalló que en Cañada de la Virgen el ciclo lunar marcaba los momentos propicios para la caza, la hora de florecimiento de las cactáceas, el instante en que iban a parir las mujeres, el momento de la caída de la lluvia, los tiempos favorables para sembrar, entre muchas otras cuestiones de la vida cotidiana.

Rossana Quiroz subrayó que el conocimiento que los hñahñu (otomí) tenían de la Luna, les permitió determinar las fechas de los eclipses, que eran momentos relevantes en la cosmovisión mesoamericana, “porque eran instantes en donde el equilibrio se perdía, en culturas como la otomí un eclipse significaba que el Sol se comió o mató a la Luna o viceversa.

“Los eclipses eran momentos de cuidado, sin embargo, curiosamente en algunos códices, como el Huichapan, eran periodos propicios para que se nombrara un nuevo jerarca dentro de la comunidad”, concluyó.

Además de la reciente publicación del libro El Cerro y el cielo, la arqueóloga Rossana Quiroz Ennis presenta una exposición itinerante alusiva, compuesta por 45 fotografías en cajas de luz, la cual se ha exhibido desde el año pasado en recintos culturales de Michoacán y Guanajuato, actualmente se muestra en el Museo Regional Tuxteco, en Veracruz.

hñahñu

Mayas sucumbieron por colapso ambiental

EFE :: El Universal :: 15 marzo 2011

El colapso de la civilización maya, tanto en las ciudades del preclásico como del clásico, se debió a la depredación ambiental por la "excesiva tala" y desforestación y daños al sistema agrícola, aseguró el arqueólogo estadounidense Richard D. Hansen.

"Se trató de un colapso y no de un abandono, porque el segundo es temporal; en tanto que el primero representa un abandono a largo plazo y la destrucción del sistema social y económico que mantiene a un Estado, como ocurrió en dicha región", indicó el experto en una conferencia magistral durante la inauguración del III Congreso Internacional de la Cultura Maya.

El arqueólogo y ambientalista de la Universidad Estatal de Idaho afirmó que las ciudades del período preclásico (1000 a.C.-150 d.C.) fueron "las más grandes del mundo en cuanto a su volumen, incluso las de mayor población en Mesoamérica".

Afirmó que este periodo comienza a estudiarse y se reconocen sus valores a partir de recientes investigaciones, y afirmó que de esta zona ubicada entre la frontera entre Guatemala y México "aún queda mucho por descubrir".

Precisó que estas ciudades se "ubicaron en la Cuenca Mirador-Calakmul, una región asentada en ambos lados de la frontera entre México y Guatemala, específicamente en Campeche".

Hansen, quien dirige el proyecto de investigación Cuenca Mirador en Guatemala, que incluye los sitios el Mirador, Nakbé, Wakná, Tintal y Nacchtum, en Guatemala, señaló que la caída de estas ciudades se registró en el periodo Preclásico Tardío, hacia 150 d.C. debido a la excesiva explotación de los recursos naturales.

"Fue similar al ocurrido a finales del periodo Clásico (300-900 d.C.), en ciudades como Palenque, Copán y Tikal, a causa del daño ambiental, derivado de la excesiva tala para la quema de cal y la producción de estuco con el que se recubrían los edificios.

Precisó que el "consumo ‘conspicuo' de los recursos naturales causó deforestación y daños en el sistema agrícola, lo que impidió cultivar la suficiente cantidad de alimentos para mantener a una población que para esa época llegaba alrededor de un millón de habitantes en toda la Cuenca".

Hansen dijo que esta conclusión es producto de 30 años de estudio en la cuenca, durante los cuales recolectó evidencias arqueológicas, como polen, isótopos, cerámica y lítica, que le han permitido comprobar la agresión ambiental.

Por su parte, el arqueólogo Alfredo Barrera, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Yucatán, afirmó que la civilización maya tuvo diversos procesos, "tomando en cuenta que fueron varios colapsos y varios desarrollos los que ocurrieron en esa área, y no sólo uno como se veía hasta hace poco y se enfocaba al periodo clásico".

El III Congreso Internacional de la Cultura Maya, que reúne a más de 200 especialistas, se celebra a partir del lunes hasta el 28 de marzo en Mérida, capital del estado mexicano de Yucatán.

Calakmul

INAH descubre piezas de cobre en Chiapas

El Universal :: 15 marzo 2011

Especialistas descubrieron objetos prehispánicos de cobre, cuya antigüedad correspondería al periodo Posclásico Tardío (1200 y 1400 d.C.), en el sitio arqueológico de Lagartero, en Chiapas, la primera vez que se encuentra piezas antiguas de ese metal en el lugar.


El descubrimiento fue realizado por arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), quienes encontraron cuatro pequeños colgantes de ese metal, que tienen la forma de cabeza de lagarto, lo que confirma que el nombre original del lugar debió aludir a este reptil, que a su vez fue símbolo del inframundo para la cultura maya, agregó la investigadora Sonia Rivero Torres, en un comunicado del INAH.

La responsable del proyecto arqueológico en este asentamiento, la arqueóloga Sonia Rivero Torres, explicó que el hallazgo se registró junto a un osario descubierto en la Pirámide 2 de esa zona arqueológica, ubicada en el municipio La Trinitaria, cuyas antiguas edificaciones son objeto de trabajos de consolidación y restauración con el fin de abrirla al público en 2012.

La investigadora preciso que está es la primera vez que se encuentran piezas de este metal en Lagartero, y explicó que los pendientes con forma de cabeza de lagarto posiblemente fueron parte de un sartal. Abundó que debido a su asociación con un entierro múltiple, localizado en la temporada de campo de 2009, en el lado oeste de la Pirámide 2, los pequeños objetos de orfebrería -de 2.4 cm x 8 mm- deben corresponder al Posclásico Tardío (1200 y 1400 d.C.), y aunque se sabe que fueron hechos con la técnica ancestral de molde a la cera perdida, se desconoce dónde fueron manufacturados.

Comentó que "en 1990 comenzaron los trabajos arqueológicos en Lagartero, actualmente llevamos 13 temporadas de campo y nunca habíamos encontrado materiales de cobre, todo indica que las figuras de cabeza de lagarto debieron mandarse a hacer en otro sitio, con la condición de representar este animal que es un símbolo del inframundo en la cultura maya.

Puntualizó que "la única mina prehispánica que se ha excavado, dedicada a la fundición de cobre, se localiza en El Teúl, al sur de Zacatecas, sin embargo, falta investigar más este aspecto en el sureste del país; en el siglo XX se exploró una mina cerca de Pichucalco, Chiapas y tal vez podrían encontrarse otras en la Sierra Madre, pero insisto, faltan estudios", comentó la especialista de la Dirección de Estudios Arqueológicos (DEA).

Debido a que los huesos, junto a los cuales se encontraron los colgantes de cobre, estaban revueltos, es imposible saber a qué individuo debió pertenecer el sartal. El registro de 15 cráneos -algunos con deformación bilobular- hace suponer que una cantidad semejante de cadáveres fue depositada ahí. Refirió que "sólo en esta pirámide que es la más grande (11.60 m de alto x 28 m² de base) y que delimita la plaza principal por el lado Este, hemos encontrado e investigado dos osarios, y descubrimos otro que probablemente excavaremos en la temporada de campo de 2011".

Respecto al osario vinculado con los objetos de cobre, Sonia Rivero indicó que por el mal estado de los huesos en general, sólo se ha podido caracterizar la morfología de tres cráneos; dos de ellos corresponden al sexo femenino de 20 y 30-35 años de edad, y el otro a uno del sexo masculino de 60-65 años, según informes de la antropóloga física Josefina Bautista.

Sobre los pendientes de cobre, dijo que tres de ellos semi-completos y uno completo, son restaurados en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del INAH, a cargo de la experta Pilar Tapia. Además de los colgantes de cobre, en el osario también se encontró un cascabel de este mismo material; una orejera de ámbar, restos de textil y de cerámica.

Refirió que según las investigaciones, a partir de los restos de cerámica encontrados se ha deducido que Lagartero comenzó a ocuparse desde el año 300 d.C., en el Clásico Temprano, y hasta el Posclásico Tardío (1200 y 1400 d.C.).

Lagartero

Ajolote, “dios” azteca que se resiste a la muerte

Allan López Sosa :: Clínica de periodismo :: El Universal :: 06 marzo 2011

Sus características regenerativas, sus propiedades curativas y su contribución a la cultura mexicana son lo que más ha llamado la atención de esta especie. Es el ajolote. Un animal que está en peligro de extinción; es una especie endémica de la ciudad de México, originaria de lo que hoy se conoce como la reserva ecológica de Xochimilco.

Actualmente es casi imposible encontrar un ejemplar en su hábitat, en los canales de Xochimilco; sin embargo, la organización Umbral Axochiatl se ha comprometido a contribuir y a preservar al animal. Se trata de un grupo de siete personas dirigidas por Dionisio Eslava Sandoval, don Nicho, como todos lo conocen. Él cuenta que desde pequeño le fue inculcado el cuidado por el ajolote (de nombre científico Ambystoma mexicanum).

Don Nicho dice que cuando era niño lo consumía como una fuente de proteína; sin embargo, con el paso del tiempo la especie fue desapareciendo, tanto que hoy se encuentra en peligro de extinción. Fue entonces que desde 1998 emprendió una lucha por la protección del animal. Formó la organización que preside, pues dice: “no estoy dispuesto a permitir que el ajolote desaparezca”.

A prueba y error

Don Nicho es hoy un experto en el tema. Pero cada conocimiento que posee lo ha obtenido a través de la experiencia. No es biólogo, ni doctor en ciencias, pero el trabajo de toda su vida le permite hablar con maestría del tema. A él nadie le dijo que un ajolote hembra primeriza desova entre 500 y 600 huevos, y que la segunda vez que lo hace llega hasta dos mil. Que una vez que la hembra desovó en el agua donde se encuentran los huevecillos no se puede ni meter la mano, pues eso genera una muerte masiva.

Tampoco que el ajolote tiene capacidades regenerativas, es decir, que algunas partes de su cuerpo como patas, manos, mandíbula, corazón e iris pueden regenerarse si fueron desprendidas por alguna causa. Y mucho menos que su promedio de vida es de 11 años, que a los dos ya está listo para reproducirse y que la temporada de apareamiento es en invierno. Fue a través de la observación que se dio cuenta de ello, de que la especie es fuente natural de proteína, que comen charales, lombrices del tipo de las llamadas tubifex y acociles.

Además, que si dos ejemplares de la misma camada se aparean, se tienen como resultado ajolotes albinos. Éste ha sido un proyecto que, según don Nicho, poco le ha importado a las autoridades, ya que para mantenerlo y contribuir a su preservación se requieren recursos que no salen más que de su bolsillo.

Se trata de un ajolotario ubicado en el barrio La Santísima de la delegación Xochimilco, exactamente entre los canales Crustitla y Apatlaco. Ahí, Umbral Axochiatl ha desarrollado su propio laboratorio con la ayuda del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quienes desde hace más de 12 años se han interesado en la labor que realiza don Nicho en la zona.

Es un espacio acondicionado con peceras y en tres estanques nacen crecen y son estudiados los ajolotes. Cada pecera está identificada con el sexo del animal y la camada a la que pertenece, esto para evitar que con el apareamiento haya ejemplares albinos, los cuales son estériles.

En los estanques ubican a los animales más jóvenes, de hasta dos años, ahí los mantienen hasta que están listos para aparearse, aunque no son todos, pues seleccionan a los más sanos y más grandes. Además de sus propiedades y labor científica, don Nicho destaca su valor cultural, pues dice que son el emblema de una tradición que le han enseñado y heredado sus padres. La cultura xochimilca, la cultura del Agua.

Historia del “dios Xólotl”

Según la mitología azteca, cuando a los dioses se les ordenó su sacrificio para poner en movimiento al Quinto Sol, por temor a la muerte, Xólotl tomó forma primero de planta de maíz, de magueyal y por último de un anfibio llamado axólotl.

Reconocido por sus habilidades para transformarse, cuenta la historia que el verdugo encargado del sacrificio sentenció a Xólotl por su rebeldía a quedarse de esa forma. Sentenciado a tener siempre el cuerpo de un anfibio, y por su temor a la muerte, también fue condenado a que si algún día moría, su cultura lo haría con él. La cultura del agua.

Para don Nicho esto no es un juego. Independientemente de las propiedades medicinales por su cantidad de proteínas, y la contribución a la ciencia, el ajolote (en náhuatl: atl-xólotl, “monstruo del agua”) dice que forma parte de sus raíces, de lo que le fue inculcado y ¿que se pierda?, reitera, es algo que no está dispuesto a permitir.

Xochimilco Vive

La chinampa, el ajolote y, en general, la cultura y reserva ecológica de Xochimilco van más allá de lo que comúnmente se conoce con la trajinera y la zona turística de la demarcación.Una tierra agroecológica que comienza en Cuemanco y se extiende hasta Mixquic a través de un sistema de canales, algo que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación La Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) ha reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Ahí se localizan los defensores de la zona, los chinamperos, la isla de Las Muñecas, especies que llegan al lugar como el pelícano blanco de Canadá que arriba en invierno, y que, según don Nicho: “debe ser preservado junto con los descendientes de una cultura milenaria que se niega a permitir que sigan destruyendo una herencia para las generaciones futuras. Sumémonos a esta defensa”.

Axolotl


viernes, 4 de marzo de 2011

Descubren otra etapa constructiva del templo a Ehécatl-Quetzalcóatl

La Jornada :: 25 febrero 2011

Un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) localizaron una nueva etapa constructiva del templo dedicado a Ehécatl- Quetzálcoatl, dios del viento, en la calle de Guatemala, en el Centro Histórico.

Durante las excavaciones, como parte del Programa de Arqueología Urbana (PAU), se detectó la estructura que data de los años 1481 a 1486 dC.

Los vestigios descubiertos consisten en un muro del cuerpo circular del basamento y restos de estuco. Con este hallazgo suman ya tres las fases de construcción del antiguo adoratorio localizado el año pasado en un predio de la calle de Guatemala, detrás de la Catedral Metropolitana.

Hasta la fecha los arqueólogos han excavado 30 de los 34 metros de longitud de la plataforma del que se considera fue el adoratorio prehispánico más importante utilizado por los mexicas para rendir culto al dios del viento.

Plataforma y cuerpo circular

Raúl Barrera responsable del PAU, dijo que los nuevos vestigios corresponden de manera cronológica a la fase V del Templo Mayor (1481 a 1486 dC), la cual se suma a las dos de la edificación descubiertas en enero de 2010, de las cuales La Jornada informó en su oportunidad.

Durante su participación en el ciclo de conferencias conmemorativas por los 33 años del descubrimiento del monolito de la Coyolxauhqui, el arqueólogo informó que durante la primera temporada de exploraciones realizadas en torno a dicha edificación prehispánica, se ha logrado avanzar en la excavación y consolidación de ese templo prehispánico formada por una plataforma y un cuerpo circular adosado.

“En 2010, cuando se halló el templo –explicó Barrera–, se pensó que tenía un diámetro de 14 metros y tras la excavación se ha establecido que en realidad son 18 metros.

El templo de Ehécatl-Quetzalcótl, añadió, es uno de los más representativos de la época precolombina, pues todo indica que su frente principal, con su templo circular, estaba dirigido al Templo Mayor, concretamente hacia el lado del adoratorio a Tláloc.

Raúl Barrera informó que en documentos históricos los cronistas fray Bernardino de Sahagún, Diego Durán y Bernal Díaz del Castillo describen que la entrada principal de ese templo tenía la forma de fauces de una serpiente y por ahí accedían los guerreros y los sacerdotes.

Ehécatl- Quetzálcoatl


Exhibirán en Tula objetos prehispánicos

22 febrero 2011 :: Agencia El Universal

A partir de este miércoles regresan para ser exhibidos en la Zona Arqueológica de Tula un selecto grupo de objetos prehispánicos de los más de 500 descubiertos durante cerca de cinco años en diversos sitios de Hidalgo, mismos que fueron restaurados por especialistas del INAH.

Entre las piezas arqueológicas destaca la escultura del dios Xipe Totec, que significa "Nuestro señor el Desollado" en lengua náhuatl, fue localizada en diciembre de 2009 en un predio particular y es la primera que fue encontrada en el área que ocuparon los toltecas, así como vasijas, adobes policromos, un collar y una pulsera.

En un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), se añade que esa pieza del dios Xipe Totec fue localizada en diciembre de 2009 en un predio particular durante la realización de obras de drenaje; fue la primera descubierta en el área que ocupó la antigua ciudad de Tula. Se calcula que corresponde al periodo de Tollan (900-1150 d.C.).

Dicha escultura, junto con otras 19 que fueron encontradas en 2006, fueron restauradas en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del INAH, en la ciudad de México, donde durante más de un año fueron sometidas a un tratamiento para su preservación; luego fueron enviadas a Tula para ser mostradas por primera vez, en la exposición titulada "Más allá del recinto de Tula Grande", montada en la Sala de Orientación de la zona arqueológica.

El Xipe Totec es una efigie de cerámica de la deidad mexica asociada a la agricultura, la fertilidad y el ciclo vida-muerte, mide 85 centímetros de altura y representa a un individuo de pie con sandalias y taparrabo; a través de la técnica del pastillaje los artesanos le dieron la apariencia de estar desollado.

Durante su restauración, expertos del INAH le restituyeron un brazo que tenía desprendido y atendieron las fracturas que tenía en el rostro.

Además de esta escultura, los restauradores intervinieron otras 19 piezas prehispánicas, entre las que destacan dos tabiques de adobe con pintura policromada azul, amarillo, rojo y negro, vasijas con imágenes de monos, un collar y una pulsera de concha y piedra verde, y figurillas que aún conservan pigmentos, mismas que permanecerán en exhibición en el sitio arqueológico hasta el 18 de marzo próximo.

En Hidalgo se han encontrado poco más de 500 piezas arqueológicas, de las cuales 450 proceden de las exploraciones hechas en 2006 en el distribuidor vial de Tula, y otras 70 corresponden a las encontradas junto con el Xipe Totec en un predio particular, donde también se descubrieron 26 entierros humanos (cuatro adultos y el resto infantes) que estaban acompañados de ofrendas. Todos los vestigios pertenecen a la fase Tollan (900-1150 d.C.).

El arqueólogo Manuel Gamboa Cabezas, responsable de las labores de salvamento arqueológico en el kilómetro 10 de la carretera Tepetitlán-Tula, explicó que los restos humanos corresponden a tres niños y dos perinatales de filiación mexica, asociados a ofrendas de cerámica, integradas por ollas, jarras y cuencos monocromos naranjas y en negro sobre naranja.

De los vestigios arquitectónicos encontrados, el arqueólogo Gamboa refirió que corresponden a una unidad residencial tolteca en la que se observa el piso del patio interno en buen estado de conservación, así como vestigios de pequeñas plataformas. La construcción es de la fase Tollan, considerada el momento de apogeo y expansión de la ciudad arqueológica de Tula.

Este tipo de descubrimientos sobre la presencia de grupos posteriores a los toltecas no es nuevo para la región de Tula, pero si trascendental en la historia, ya que confirma la importancia que tuvo la región y el culto de Quetzalcóatl para que los mexicas, quienes se consideraban herederos de los toltecas, abundó Gamboa.

El más de medio centenar de objetos prehispánicos encontrados han sido registrados y clasificadas por el INAH, y están en resguardo de la Zona Arqueológica de Tula; actualmente se prepara un guión para ser exhibidas en una muestra más grande que contempla la presentación de alrededor de 200 objetos.

Tula

Descubren anzuelos de primeros pescadores de BCS

25 Febrero 2011 :: Boletín INAH

Casi medio centenar de artefactos completos y fragmentados para pescar, que se calcula fueron elaborados en madreperla durante el Holoceno Temprano, hace más de 8,000 años, fueron descubiertos en un abrigo rocoso de la Isla de Espíritu Santo, en Baja California Sur, por arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta).

Los objetos completos, que tienen la forma semejante a la letra “C”, son similares a los encontrados en sitios de Ecuador, Australia y el Mar Arábigo; de acuerdo con los especialistas estos artefactos ofrecen nueva información sobre los primeros pueblos de pescadores del continente americano.

Lo anterior fue informado por la arqueóloga Harumi Fujita, quien dirige el proyecto de investigación en este punto ubicado en el norte de la Bahía de La Paz, quien detalló en total se hallaron 43 artefactos, que por el nivel de la tierra donde se ubicaron, 14 de éstos pudieran tener entre 11,000 y 8,000 años de antigüedad, y los 29 restantes entre 8,000 y 3,000 años.

Además, añadió, también se encontró un conjunto de materiales vinculados con las diferentes fases de manufactura de los anzuelos, cuya antigüedad data del Holoceno Temprano (alrededor de 10,000 a 8,000 años) y se pueden remontar hasta hace 11,000 años, en el Pleistoceno Terminal.

La investigadora del Centro INAH-BCS consideró que de confirmarse la antigüedad de los vestigios con estudios de laboratorio, los anzuelos serían un indicador de que la explotación de recursos marinos por los primeros pobladores de lo que hoy es Baja California Sur, comenzó paralelamente a la caza de megafauna que se hacía en otras regiones de América hace más de 11,000 años. “Así mismo, se situarían dentro de los anzuelos más antiguos del mundo, indicando una cultura orientada a la explotación de recursos marinos desde el Pleistoceno Terminal”.

Harumi Fujita indicó que el hallazgo se registró en el abrigo rocoso llamado la Covacha Babisuri, un sitio que es estudiado desde hace 15 años por el INAH, y que fue ocupado por grupos humanos hace 11,000 años, dato que se determinó a partir del fechamiento por Carbono 14 del material arqueológico recuperado en el lugar.

La arqueóloga explicó que las piezas de concha encontradas miden entre dos y seis cm, son de forma casi circular con una abertura corta y los extremos puntiagudos; “algunas están pulidas y otras retocadas, en el caso de las que fueron alisadas son piezas terminadas, mientras que las segundas pudiera tratarse de preformas, es decir, herramientas en proceso de hechura”.

Luego de adelantar que un fragmento de uno de los anzuelos fue fechado y arrojó una antigüedad de 8,300 años, la investigadora abundó que junto con los anzuelos se hallaron herramientas y desechos líticos, de concha, coral y hueso, así como restos de fauna que muestran indicios de haber sido consumida por los antiguos pobladores de la isla, principalmente peces, moluscos y erizos.

“Tanto el conjunto de herramientas, como los desechos de concha de madreperla, preformas y piezas completas y fragmentadas de los anzuelos, indican que la manufactura de estos instrumentos de pesca fue llevada a cabo en la misma Covacha Babisuri”.

La arqueóloga mencionó que a partir de estudios ya publicados en diversos países, ha identificado algunas semejanzas en la fabricación de los anzuelos de concha encontrados en BCS y los hallados en otras partes del mundo. “Como ejemplo de ello tenemos los recuperados en Valdivia, Ecuador, que corresponden a diferentes fases de elaboración, junto con herramientas utilizadas para la fabricación de los instrumentos de pesca, como pulidores o rimas cilíndricas, cuya antigüedad oscila entre los 5,000 y 3,000 años”.

Fujita refirió que para interpretar el proceso de fabricación de anzuelos de madreperla de BCS, ha consultado estudios llevados a cabo por colegas australianos, particularmente el relativo a la manufactura de los anzuelos de concha encontrados en Cape Grafton, al norte de Queensland, Australia, cuya antigüedad oscila entre 3,500 y 3,000 años, y fueron encontrados junto con afiladoras y perforadores.

En lo que se refiere a los restos de fauna descubiertos, la arqueóloga del INAH refirió que la mayoría corresponden a moluscos y peces de tamaño grande y mediano, como el atún, barrilete, corvina, jurel, pez perico y cochito; también se encontraron vértebras de tiburones gris y toro.

“Lo que nos indica que estos animales marinos pudieron haber sido capturados con anzuelos, así como lanzas o fisgas con puntas de proyectil, en los periodos Pleistoceno Terminal y Holoceno Temprano y Medio”.

La especialista dijo que de acuerdo con la cantidad y características de los vestigios encontrados, así como las descripciones etnohistóricas sobre los indígenas que habitaron la región del Cabo, parece que el método de pesca cambió durante el Periodo Tardío (a partir del inicio de la nuestra era), ya que no se han encontrado anzuelos de concha ni herramientas relacionadas para la fabricación de éstos que correspondan a esta etapa.

Finalmente, Harumi Fujita comentó que a partir de los estudios realizados a las herramientas líticas y de hueso, también localizadas en la Covacha, se ha podido inferir que los primeros pobladores de la Isla de Espíritu Santo no subsistieron sólo de la pesca, sino que practicaron una economía mixta compuesta por la recolección de vegetales, moluscos, crustáceos y erizos y la caza de fauna terrestre como el venado; además de la captura de animales de mar como la tortuga y el lobo marino.

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