jueves, 25 de noviembre de 2010

La Máscara funeraria de Malinaltepec es auténtica: Sofía Martínez del Campo



Ángel Vargas :: La Jornada :: 14 noviembre 2010

Una de las más añejas controversias dentro de la arqueología mexicana del siglo XX, la de la autenticidad de la Máscara funeraria de Malinaltepec, quedó despejada por fin gracias a una investigación multidisciplinaria en la que se demuestra que se trata de una pieza prehispánica sin intervención ni alteración moderna alguna.

Ciencias como química, mineralogía, petrografía, biología, arqueología y antropología avalan tal hecho, como queda de manifiesto en el libro La máscara de Malinaltepec, integrado por los resultados de esos estudios, de cuya coordinación se encargó la restauradora Sofía Martínez del Campo.

Editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el volumen fue presentado la noche del jueves en el Museo Nacional de Antropología por la directora de ese recinto, Diana Magaloni, y el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.

En entrevista posterior, Sofía Martínez del Campo recuerda cómo dicho objeto ritual hallado en Malinaltepec, Guerrero, suscitó suspicacias y polémicas desde que fue exhibido por vez primera, en 1921.

En particular, menciona la especialista, el conflicto se centró a nivel de instituciones, ya que el Museo Nacional y la Dirección de Antropología lo tomaron como víctima para sus propias rencillas.

Explicación detallada

El origen de la controversia, según explica, se debe a que es un objeto manufacturado en dos épocas distintas, al tratarse de una máscara con un rostro esculpido en piedra, con rasgos y estilo característicos de la escultura teotihuacana del periodo clásico (entre 200 dc y 900 dc), sobre la cual resalta un hermoso decorado con mosaico de amazonita, turquesa y concha realizado en una segunda época, tardía, el postclásico (entre los siglos VIII y X y hasta la llegada de los españoles, en el siglo XVI), en lo que es el actual estado de Guerrero.

El hecho de que estas dos temporalidades estén presentes en un mismo objeto generó en algunos investigadores la duda de que el mosaico fuera original; nunca se dudó de la máscara estilo teotihuacano, pero sí del mosaico.

Todas aquellas suspicacias sobre una posible falsificación han quedado atrás con las nuevas investigaciones, sostiene la restauradora, ya que “ahora se ha comprobado que los materiales que se utilizaron para las técnicas de manufactura, por ejemplo, para el desgastado y pulido de superficies, son los utilizados por los mesoamericanos para el trabajo de la piedra y de la concha.

Se ha comprobado que el adhesivo con el que el mosaico está pegado a la piedra es copal, y que los objetos dentro del mismo mosaico son reutilizados: se usaron las teselas de amazonita que formaron parte de un pendiente con anterioridad y objetos de concha que posiblemente también fueron pendientes, y desde luego la máscara de estilo teotihuacano, reutilizada.

El objeto funerario tenía las cualidades de la diosa de las aguas, de la fertilidad y permitía a quien la portaba cumplir el cicilo nacimiento-muerte-renacimiento, explicó la restauradora Sofía Martínez del CampoFoto tomadas del libro La Máscara de Malinaltepec

De acuerdo con Sofía Martínez del Campo, el mosaico de la máscara pudo haber sido manufacturado por mixtecas o por algún barrio de esta cultura ubicado en Malinaltepec, Guerrero: Todos los símbolos empleados son un lenguaje compartido entre las culturas mesoamericanas, sin importar si eran del centro, de occidente o de la zona maya.

Sobre el papel de la máscara en el mundo mesoamericano, la especialista explica que consistía en otorgarle a la persona que la portaba la identidad del ser que está representado en ella.

A quienes las utilizaban se les conoce como personificadores, porque representaban a alguien más, a una deidad, por ejemplo. Las máscaras variaban en su simbolismo de acuerdo la ceremonia que se realizaba, abunda.

“Esto durante la vida de los personajes. Ahora, en la muerte, sobre todo en el área maya, el personaje enterrado recibe con la máscara las cualidades del dios del maíz; es decir, se transforma en esa deidad para descender al inframundo y después ascender al plano divino ya como un dios, como un ancestro.

La Máscara de Malinaltepec cumple la misma función. Es un objeto funerario con las cualidades de Chalchiuhtlicue, la diosa de las aguas, de la fertilidad, y le va a permitir al personaje inhumado presentarse con ese rostro para cumplir este ciclo de nacimiento-muerte-renacimiento, que es uno de los ejes centrales de la cosmogonía mesoamericana, detalló.

Solís, el impulsor

Tanto el proyecto de investigación como el libro en torno de esta singular máscara se deben al fallecido arqueólogo Felipe Solís, quien en su condición de director del Museo Nacional de Antropología y encargado de planear la exposición Teotihuacan: ciudad de los dioses, impulsó en 2008 la realización de un estudio detallado de aquel vestigio prehispánico, con el fin de despejar cualquier duda

Ahora, la Máscara de Malinaltepec es una de las joyas más apreciadas de dicha muestra, la cual, por cierto, fue inaugurada el lunes pasado en Roma, Italia, y se espera su regreso a México el año próximo, para ser reincorporada a la sala teotihuacana del Museo Nacional de Antropología.


Malinaltepec


Hallan en Zacatecas figura de jugador de pelota

12 noviembre 2010 :: Notimex - El Universal

Una escultura prehispánica de tamaño natural que representa a un jugador de pelota decapitado, fue descubierta por arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) , en la Zona Arqueológica de El Teúl, en el sur de Zacatecas.

El hallazgo se registró durante los trabajos de investigación que se llevan a cabo para la apertura al público en 2012 de este antiguo centro ceremonial, el cual se caracteriza por ser de los pocos en Mesoamérica, con una ocupación continua de al menos 18 siglos.

A través de un comunicado, el INAH explicó que se trata de una talla en cantera que data de 900-1100 d.C., y la evidencia indica que fue hecha intencionalmente de esta forma (degollada) , tal vez para colocar en su parte superior la cabeza de combatientes sacrificados en el ritual del juego de pelota.

La escultura cilíndrica de 1.97 metros de altura, 52 centímetros de diámetro y un peso aproximado de una tonelada, fue ubicada precisamente al sur del lateral oriente de la cancha de Juego de Pelota.

Abundaron que en días subsecuentes al hallazgo, también se encontraron fragmentos de otra escultura semejante en el otro extremo del lateral, por lo que no descartan encontrar un par más con las mismas características en el lado poniente, que falta explorar.

Señalaron que este reciente descubrimiento se suma a la gran diversidad de materiales arrojados por las excavaciones como: cuentas de concha y piedra verde procedentes de tumbas de tiro, además de orejeras con motivos teotihuacanos y cerámica policroma estilo códice, entre otros.

El arqueólogo Peter Jiménez Betts, co-responsable del Proyecto Arqueológico Cerro del Teúl, con su colega Laura Solar, comentó que esta riqueza de objetos es resultado de la ocupación continua que esta elevación tuvo por lo menos durante mil 800 años, en contraste con grandes urbes como Teotihuacan y Monte Albán.

En ese sentido, el Cerro del Teúl -símbolo del poblado zacatecano de Teúl de González Ortega, limítrofe con Jalisco- es uno de los pocos sitios en América con una ocupación ininterrumpida de 200 a.C. a 1531 d.C.

Por su secuencia temporal sólo puede ser comparado con pocas ciudades, entre ellas, Cholula, en Puebla; es probable que sea el único con una duración semejante en el Occidente y Norte de lo que fue Mesoamérica, abundó.

Ambos arqueólogos coinciden en que el sitio fue el centro ceremonial por excelencia de los caxcanes, uno de los grupos más aguerridos contra los conquistadores españoles y a quienes estuvieron a punto de derrotar en la famosa Guerra del Mixtón.

Recordaron que la ocupación caxcana del Cerro del Teúl duró menos de dos siglos (1350/1400 a 1531 d.C.) . La destrucción del área ceremonial, de esta etapa en particular, ocurrió cuando los caxcanes reincidieron en usarlo como lugar de culto.

Los tlaxcaltecas, aliados de los españoles, fueron los encargados de ejecutar la quema del sitio, motivo por el que son escasos los vestigios de este último periodo del asentamiento.

En el panorama de lo que hoy es el estado de Zacatecas, Teúl fue ocupado por lo menos seis siglos antes que los centros ceremoniales de La Quemada y Alta Vista, y compartió historia con éstos durante el Clásico Medio y el Epiclásico, del 400 al 1000 d.C., para luego ser ocupado otros 500 años después del abandono de los mismos.

Peter Jiménez -especialista adscrito al Centro INAH-Zacatecas- agregó, que la importancia del Cerro del Teúl para la arqueología, "es que su estudio podrá responder preguntas básicas sobre cómo fue el modo de vida mesoamericano, aquel que llegaría a La Quemada y a Alta Vista. Aquí están las respuestas de esta paulatina colonización".

Lo significativo de El Teúl, abundó, quedó registrado en documentos como el Plano del Obispado de Compostela del siglo XVI, y en la obra del ingeniero geodésico Carl de Berghes, quien realizó un plano muy exacto del asentamiento a mediados del siglo XIX, a solicitud del entonces gobernador Francisco García Salinas.

En la actualidad y como parte del Proyecto Arqueológico Cerro del Teúl, dijo, se lleva a cabo el levantamiento topográfico del sitio por medio de la tecnología denominada Estación Total, un aparato electro-óptico que permite generar un modelo tridimensional que permitirá ubicar de forma precisa, tanto las excavaciones como los elementos arquitectónicos y escultóricos, entre otros.

Este registro es el que ha permitido avanzar en la comprensión de la cronología del lugar, de ahí que los trabajos de excavación han sido muy sistemáticos concentrándose hasta el momento en espacios del Conjunto Oriente como son: la cancha del Juego de Pelota, la Plaza de los Dos Montículos y el Patio Hundido.

Mano a mano con los profesionales del INAH, se ha sumado un grupo de oriundos de Teúl de González Ortega, por medio del Programa de Empleo Temporal (PET) , en las labores de limpieza, restauración y registro de piezas, hasta de excavación y supervisión de las tomas de la Estación Total.

Al respecto, el INAH mencionó que en la segunda temporada del PET fueron empleadas 42 personas y para 2011, de marzo a octubre, es posible que este número se duplique.

Luego de un trabajo conjunto de los gobiernos estatal y federal, a través del INAH, el Cerro del Teúl abrirá al público en 2012 para contribuir no sólo al conocimiento de la historia prehispánica de Zacatecas, sino también para conformar rutas en ese estado que permitan descentralizar la oferta turística, toda vez que el sitio arqueológico está cerca de Zapopan, Jalisco.

Teúl

jueves, 11 de noviembre de 2010

Tlaloque 1 se adentra al tunel del Templo de la Serpiente emplumada...

La noción prehispánica de la muerte perdura en México: Matos Moctezuma

La Jornada : : Carlos Paul : : 10 noviembre 2010

No obstante el largo proceso de sincretismo religioso de más de 500 años, tras la conquista española de Tenochtitlán, algunos símbolos, rituales y ciertas formas de la cosmogonía indígena para entender el mundo respecto de la muerte siguen vigentes en el México actual, concluye el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma en La muerte entre los mexicas, su libro más reciente.

Publicado por Tusquets Editores, en su colección Tiempo de Memoria, el volumen contiene un análisis de la cosmovisión en torno al tema de la muerte en los pueblos nahuas y otras comunidades indígenas, el sincretismo con la religión católica y sus actuales resonancias.

A diferencia de otros textos en los que aborda esa temática, en éste contrasta mitos mexicas y mayas con narraciones y pensamientos europeos que se remontan a las religiones sumeria, egipcia, judía, griega y romana.

Integra, además, nuevos hallazgos arqueológicos que enriquecen el tema, como los casos de las recientes excavaciones en el recinto ceremonial de Tlatelolco y las del Templo Mayor de Tenochtitlán, en las que se encontró un monolito de la diosa Tlaltecuhtli, así como recientes datos e investigaciones de otros especialistas y de ciencias auxiliares de la arqueología.

Trascendente dualidad

El libro anterior con ese tema que Matos Moctezuma escribió fue Muerte a filo de obsidiana, publicado hace más de 30 años; cuando por aquel entonces no existía un volumen dedicado a atender exclusivamente lo referente a la muerte.

La razón para escribir La muerte entre los mexicas, de acuerdo con el autor, “obedece fundamentalmente a que durante todos estos años la investigación acerca de la muerte (y de la vida) se ha multiplicado de manera sorprendente y nuevos datos se han incorporado al corpus del conocimiento propio del tema; sin embargo, se debe advertir que a la vez que se profundiza en los arcanos de la muerte, se resalta la importancia de la vida que, junto con aquella, forma la dualidad de enorme trascendencia en el pensamiento indígena de ayer y de hoy, lo que es muy significativo”.

Recordemos, explicó Matos Moctezuma, que a la conquista militar de Tenochtitlán le seguiría una conquista más difícil aún: la espiritual. La segunda correspondió llevarla a cabo al aparato ideológico de la conquista: la Iglesia católica. Es decir, “tratar de cambiar todo el pensamiento de un pueblo, intentando imponer otras formas de pensamiento.

Tan ardua y difícil ha sido esa segunda conquista, que inclusive actualmente vemos un sincretismo con mucho del pensamiento cristiano, pero todavía son vigentes en algunas comunidades indígenas, las reminiscencias de ese pasado que aún está presente, que perdura.

En relación con la muerte, tema central del volumen, señaló Matos Moctezuma, la confrontación es muy clara. “En Occidente, en el cristianismo, lo que impera para el destino que te espera después de la muerte es de orden moral, es decir, te portaste bien, entonces vas ir a gozar eternamente; te portaste mal, vas ir eternamente a las llamas del infierno.

“En cambio, en el mundo prehispánico no era eso. Parafraseando a Octavio Paz, quien decía: ‘Dime cómo mueres y te diré quién eres’. En la cosmogonía mexica la forma en que alguien moría era la que determinaba el lugar que se le deparaba.”

Matos Moctezuma destaca que si bien durante el proceso de evangelización “se encontró con hechos de resistencia y de aceptación de lo nuevo; por otro lado, se generó una amalgama de ambas cosas.

Pero de acuerdo a estudios realizados por Hugo Nutini y Barry Isaac, en la década de los 70 del siglo anterior, en 25 comunidades indígenas de Tlaxcala y Puebla, se llega a la conclusión de que en esa región no se ha llegado a la imposición de un catolicismo pleno. Ahí todavía se ven reminiscencias importantes de un pensamiento antiguo.

Para concluir, Matos Moctezuma considera que por lo general la Iglesia católica siempre ha estado en una posición retrógrada respecto del avance de la ciencia y de lo que es la concepción de nuevos aspectos y valores, en un afán de imponer sus ideas.

Pero, por otro lado, se han conservado algunas partes de la cosmogonía indígena a lo largo de cinco siglos; sería muy difícil volver a una forma original, sería un idealismo. ¿Hacia dónde va ese sincretismo? Hoy todavía es difícil de prever. Por ello el papel de la ciencia es continuar investigando.

Al filo de obsidiana

Descubren en cenote restos de animal extinto

Boletín INAH :: 03 de Noviembre de 2010

Cuatro cráneos completos y mandíbulas de osos semejantes a una especie extinta en América, conocido como Arctotherium, que vivió durante la época del Pleistoceno y dejó de existir hace 11,300 años, fueron hallados por arqueólogos subacuáticos en el fondo de un cenote de la Península de Yucatán.

Se trata de los únicos especímenes en su tipo encontrados hasta ahora en esta región del país, y se suman a la lista de fauna prehistórica localizada en el interior de estos cuerpos de agua, que antes de la última glaciación eran cuevas secas.

El arqueólogo subacuático Guillermo de Anda Alanís, de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), quien realiza estas investigaciones como parte del proyecto El culto al cenote en el centro de Yucatán, desarrollado desde 2007 con autorización del Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), dio a conocer los pormenores de este descubrimiento en el Congreso Internacional Culturas Americanas y su Ambiente: Perspectivas desde la zooarqueología, paleobotánica y etnobiología, organizado por la UADY y que se realiza del 1 al 5 de noviembre en Mérida.

Guillermo de Anda Alanís detalló que los restos se localizaron en el interior de una caverna sumergida a la que se accede por un cenote ubicado entre las poblaciones de Sotuta y Homun, en Yucatán, a una profundidad de 42 metros. Los huesos se hallaron dispersos en un espacio que mide 120 metros de diámetro, y se estima que podrían corresponden a una familia de osos, toda vez que dos de los cráneos corresponden a una hembra y un macho, y los otros a subadultos, todos son de la misma especie ya que tienen la misma dentición y forma craneal.

El arqueólogo indicó que además de los vestigios de estos mamíferos también se localizaron cinco restos óseos humanos de época antigua, sin que hasta el momento se haya definido su temporalidad. Éstos se localizaron a 30 metros de los huesos de los osos, pero los investigadores aún no saben si tienen o no relación.

Luego de diversos reconocimientos in situ y a través del análisis de fotografías captadas bajo el agua, De Anda Alanís advirtió que la forma de los huesos y cráneos que tienen estos osos nunca había sido observada entre la fauna conocida en contextos arqueológicos de la región: “Se trata de restos de los únicos osos que se han encontrado en la península de Yucatán, pues la referencia más cercana se localizó en una cueva de Belice, al parecer de un oso ornatus, y de ahí se localizaron otros ejemplares en Brasil y Argentina; en tanto que en México se tiene identificado su hábitat hacia el centro y norte del país”.

A partir de la identificación morfológica de los restos óseos, a cargo del arqueozoólogo de la UADY Christopher Götz, se pudo determinar que corresponden a osos, ya que sus molares son fuertes, planos y anchos.

De Anda Alanís explicó que en un principio se creyó que por las características dentales se trataba de jaguares, pero que en este caso por la forma de los molares y premolares, al igual que el tamaño de los cráneos (de 25 a 30 centímetros de largo) que no corresponde a felinos, se precisó que corresponden a osos.

El investigador comentó que aún no se define con exactitud a qué especie corresponden, “el siguiente paso es definir su género, para eso, los restos se compararon con la lista de osos que existen en el continente, donde hay dos subfamilias, una es la de los osos comunes como el negro y el grizzli que conocemos actualmente, y los otros son los cara corta del que sólo queda una especie, el andino, que vive en Venezuela, a esta subfamilia pertenece el Arctotherium, un género que no ha sido ubicado en la península y que pudiera ser un ancestro de los osos cara corta.

El género Arctotherium, explicó, comprende una serie de especies de osos, todas extintas y endémicas de Sudamérica. Hasta el momento los análisis realizados a los huesos hallados en el cenote indican que “al menos las mandíbulas y algunos rasgos de los cráneos corresponden a esta especie mucho más que a cualquier otro grupo”, pero aún es prematuro afirmarlo.

De Anda comentó que de tratarse de una familia de osos Arctotherium cambiarían las perspectivas de la biogeografía y de la migración de los osos endémicos de América, en tanto que no hay registro de ejemplares de esa filiación en la región que circunscribe Centroamérica. Sin embargo —añadió—, falta realizar todos los estudios de laboratorio para confirmarlo, “éstas son las primeras hipótesis que nos está arrojando el hallazgo”.

Comentó que la teoría que se tiene sobre este género de oso es que debió emigrar a América hace miles de años y que tal vez pasó por el centro del continente, pero no hay vestigios que lo comprueben, o bien que fueron endémicas de Sudamérica.

A su vez el arqueozoólogo Götz indicó que las evidencias geográficamente más cercanas del género Arctotherium se han hallado en Argentina, donde se localizó una mandíbula de Arctotherium bonariense, y en Brasil, donde se ubicaron vestigios de la especie Arctotherium vetustum; en tanto que los restos de osos del cenote de Yucatán podrían corresponder a una especie hasta hora no conocida.

Mencionó que especies emparentadas con el género Arctotherium en América son los osos extintos cara corta de Norteamérica (Arctodus simus y pristinus), el cavernario de cara corta de Florida (Tremarctos floridanus), el cavernario cara corta de México (Tremarctos mexicanus), y la única sobreviviente de esta especie es el oso cara corta andino (Tremarctos ornatus) que habita en Sudamérica.

De Anda adelantó que antes de extraer los cráneos animales y restos óseos humanos, es necesario realizarles más estudios in situ de carácter interdisciplinario, “es una investigación que apenas comienza y que seguramente arrojará datos importantes para el conocimiento de las primeras especies que habitaron la región, así como de otros periodos históricos que guardan los huesos humanos que aún no han sido analizados.

“Esperamos que cuando los especímenes puedan ser llevados al laboratorio y sean analizados, podamos confirmar que los restos de osos corresponden a dicho género, lo que aumentaría considerablemente el conocimiento acerca de la historia natural de estos animales y su relación con sus parientes más recientes. En especial encontrarlos fuera de su ámbito de expansión, significaría modificar conceptos de la biogeografía y migración de los osos endémicos de América”, concluyó el arqueólogo De Anda Alanís.

Sotuta y Homun

Mezcala, isla de la resistencia


Boletín INAH :: Luis Frías :: 26 Octubre 2010

“Matarlos de hambre”. Como estaban en una isla rodeada de agua, para acabarlos bastaba con cerrarles el acceso a los víveres. Era la mejor estrategia, y así se hizo. Los realistas aplicaron el fulminante método de prender fuego a todo sembradío y casucha de la ribera del lago, para impedirles obtener alimentos. Efectivamente, de nada sirvió a los insurgentes todo el sigilo nocturno para salir en busca de víveres. Siempre volvían con las manos vacías. A poco, la falta de alimentos, medicinas, jabón, acabó siendo un éxito para los realistas: una epidemia de tifo obligó a los insurgentes capitular y entregar las armas.


Cuando en 1816 ocurre la capitulación, los insurgentes llevaban cuatro años, desde 1812, ocupando Isla de Mezcala, allí en Lago de Chapala. Desde el Fuerte que construyeron habían logrado salir victoriosos de decenas de encontronazos con el ejército realista que, enviado desde la intendencia de Guadalajara, tenía una base militar con mil 200 hombres en Tlachichilco, pueblo de la ribera cercano a la isla.

Situada en el lago más grande del país, entre Jalisco y Michoacán, en Mezcala un grupo de insurgentes, perseguidos tras la batalla de Puente de Calderón el 17 de enero de 1811 (donde Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo son derrotados por Félix María Calleja), había edificado una fortificación que en ningún momento pudo doblegar el gobierno español de Nueva Galicia —hoy Jalisco y Nayarit.

Decenas de veces, los líderes insurgentes José Antonio Torres y Encarnación Rosas, junto con otros 900 rebeldes, resistieron los embates de los soldados realistas enviados a la isla por el intendente de Guadalajara, José de la Cruz, famoso por sus formas sanguinarias para acallar cualquier levantamiento.

Es famosa la manera cómo (según relaciones de los insurgentes Joseph Marco Castellanos y José Santa Ana) los rebeldes se hicieron de la isla e iniciaron la construcción de este Fuerte que hoy puede ser visitado y a mediano plazo se planea convertir en Museo de Sitio de la Resistencia, gracias a la colaboración entre el Gobierno del Estado de Jalisco y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Todo comenzó, según los testimonios de ambos insurgentes, cuando en octubre de 1812 Encarnación Rosas y su gente, al recibir en la isla al capitán realista Vicente Íñiguez con una lluvia de piedras, lo obligaron a huir. En venganza el comandante de la barca, José Antonio Serratos, ataca el pueblo de San Pedro Itzicán y al huir los indígenas, los soldados realistas prenden fuego a las casas. Ante tal exceso, los indígenas regresan y destrozan el vivaque de Serratos, quien tiene que salir del lugar rápidamente.

A los tres días, Rosas y los soldados rebeldes se dirigen al pueblo cercano de Poncitlán sin más auxilio que sus ondas y palos, y triunfan nuevamente: se hacen de armas y municipios pero, ante la amenaza de que serían atacados por los españoles se retiran a la isla donde inician a construir este baluarte que da fama a la isla.

Mezcala, que en la actualidad la gente de la ribera explota sembrando chayote y ciruelas, además de pescar bagre, carpa y tilapia, no está cerrada a los visitantes. Saliendo de Guadalajara, se toma la carretera hacia Chapala, donde está la desviación para Poncitlán, municipio ribereño del lago. De ahí salen lanchas que los pobladores rentan para llevar al visitante hasta la isla.

Durante el periodo de la ocupación insurgente, se convirtió poco a poco en una pequeña población. Hace un lustro comenzaron los trabajos de rescate en el lugar. Así, bajo toneladas de tierra que se acumularon con el tiempo han salido a la luz los restos constructivos de la Fortificación insurgente.

Ignacio Gómez Arreola, arquitecto del Centro INAH-Jalisco, en un recorrido por el lugar explica que los montones de piedras que acumulados a la orilla de la isla reciben al visitante, son restos de las tres gruesas murallas construidas al calor de las batallas para resistir los ataques de los soldados realistas.

Al recorrer el sitio, se pueden encontrar restos de gruesas tapias, hechas a base de piedras acomodadas unas sobre otras, que constituyeron las tenerías, graneros, obrajes, corrales, así como las galerías dormitorio para los soldados, las cocinas y, fundamentalmente, los pasos de ronda donde los insurgentes vigilaban lo que sucedía en lontananza.

Ocurrieron, durante esta ocupación insurgente, fabulosas batallas como esa donde el teniente coronel realista Ángel Linares, en febrero de 1813, tratando de someter Mezcala a bordo de 7 canoas pequeñas y una grande, fue vencido en cuestión de instantes por los indios fortificados.

¡Unos indígenas maltrechos aplastando a capacitados soldados españoles!

Esta derrota, que se sumaba a las de San Pedro Itzicán y Poncitlán, hizo que Don José de la Cruz, quien en una misiva da cuenta del desastre al virrey Félix María Calleja, decidiera instalar en Tlachichilco, casi frente a la isla, un campo de mil 200 hombres, dotados de armas y embarcaciones traídas del cercano puerto de San Blas —hoy Nayarit. Se llamó Fuerte de San Roque. El gobierno virreinal reconocía implícitamente que enfrentar a fortificados de Mezcala era una cuestión verdaderamente seria.

Gómez Arreola, al recorrer los restos de la inexpugnable fortificación, explica que desde hace cinco años, con los trabajos de exploración se retiraron tierra y hierbas que cubrían parte de las 24 hectáreas del lugar. Aparecieron así, de una época anterior a la insurgente, bordes “engargolados” y navajas prismáticas, que datan del 200 d.C. al 1350 d.C., de la época prehispánica.

También, a la par de las construcciones insurgentes, del periodo Clásico prehispánico se fueron encontrando piezas cerámicas, ubicadas al sur de la isla, que se asocian a la tradición “Teuchitlán”. Así mismo, evidencias del Preclásico, que van del 800 a.C. al 100 d.C., como puntas de obsidiana con base, ligadas a la época “Tumbas de tiro”, propias de las culturas occidentales, lo cual representa la ocupación prehispánica más antigua del lugar.

Gómez Arreola, caminando más adelante por el sitio, explica que la principal construcción de la isla, que se mantiene perfectamente de pie, es el resultado de la capitulación insurgente.

El intendente José de la Cruz, tras una aparatosa derrota en junio de 1813 —donde murieron 200 soldados, incluido el capitán naval Felipe García, y perdió dos dedos de la mano izquierda el general Celestino Negrete—, tomó la decisión de cambiar de estrategia para vencer a los insurgentes.

De la Cruz, cuyo prestigio militar y político estaba en riesgo, decidió minar el método de abastecimiento de los insurgentes. E hizo quemar todos los pueblos y sembradíos a lo largo del Lago de Chapala. Fue el éxito definitivo de los realistas. Sin otro punto de resistencia de la región, De la Cruz reforzó con 8 mil hombres la vigilancia de la Mezcala para intensificar el aislamiento. Así, para 1816 aislados y sin alimentos, una epidemia de tifo acabó de minar a los isleños.

Y ante el indulto ofrecido por un De la Cruz que se había trasladado a Tlachichilco, los líderes insurgentes Torres, Rosas, Castellanos y Santa Ana, viendo que la situación era insostenible, deciden capitular y regresan pacíficamente a sus pueblos, firmando una capitulación donde se establece con claridad que no fueron derrotados sino que por negociación entregaron las armas.

Hasta el momento, la rehabilitación de Mezcala, cuya fortificación es de las mejor conservadas en el país, incluye cuadrillas de trabajadores que despejan de vegetación el sitio; a la vez, el Gobierno de Jalisco a través de un equipo de restauradores, pone al día la construcción más visible de la isla, que corresponde a su última etapa de vida útil.

Fue construida, ésta última etapa, tras la capitulación insurgente. Hacia 1817, para que la insurgencia no retomara la isla, De la Cruz hizo construir una nueva fortificación que, con apego a la arquitectura militar de entonces, incluye foso, puentes levadizos, troneras, plaza, taludes, campos de tiro, entre otros elementos que se usaron en sólo 15 construcciones de este tipo en México; a la par, se edificó un presidio usado hasta el 25 de junio de 1855. Es la construcción más impresionante, mejor conservada, de este Fuerte.

Aunque se proyecta hacer de toda la isla un Museo, el especialista del Centro INAH-Jalisco, respecto del fuerte construido tras la capitulación insurgente, precisó que la celda del alcaide, cocinas, galerías de soldados y bodegas, así como el patio central, se pretenden convertir en salas de exposición permanente para albergar objetos de las tres etapas de la ínsula: prehispánica, colonial insurgente y, en el México independiente, como presidio.

Para el Centro INAH-Jalisco, uno de los proyectos más importantes es la concreción del Museo de Sitio de la Resistencia, que pese a ser clausurado en 1855, existe un decreto del gobernador Francisco Tolentino, del 27 de septiembre de 1873, que ordena usarlo como penal juvenil, pero el decreto nunca se aplicó.

Gómez Arreola, al mencionar que se trata de un lugar ignoto para muchos mexicanos pero central en la gesta independentista además de que preserva sus construcciones en buenas condiciones, subrayó la colaboración entre INAH y Gobierno de Jalisco para abrir este sitio al público.

Imposible salir de Mezcala, imposible subir a la lancha de regreso a tierra firme, sin llevarse una profunda impresión de las etapas históricas condensadas en este pedazo de tierra, una isla cuya principal característica, desde los tiempos prehispánicos y hasta la etapa contemporánea, es la resistencia de sus ocupantes.

Isla Mezcala

Rescata INAH entierros en la Casa de Cortés


Boletín INAH :: 27 de Octubre de 2010

Una veintena de osamentas humanas y fragmentos de cerámica colonial fueron hallados en un cementerio del siglo XVI, localizado por arqueólogos en la parte posterior de la Casa de Cortés, en La Antigua, Veracruz, donde desde julio realizan excavaciones. Tras el paso del huracán “Karl”, el descubrimiento derivó en un mayor número de esqueletos que se sumaron a los ocho encontrados con anterioridad.

Los hallazgos forman parte de los trabajos de salvamento arqueológico que realiza el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), a través de su centro regional en Veracruz, con motivo del proyecto de restauración de la Casa de Cortés, que está por comenzar.

La arqueóloga Judith Hernández Aranda, coordinadora de las excavaciones — que se hacen con recursos del Gobierno del Estado de Veracruz y Fundación GEO—, informó que estas labores se realizan en lo que fue el cementerio de la iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje, registrada también en algunos documentos como del Santo Cristo del Calvario, y del cual se tenía conocimiento por investigaciones históricas previas.

En este panteón cristiano, ubicado detrás de la casa del conquistador español, desde hace tres meses se habían comenzado las excavaciones y se encontraron ocho osamentas; con el paso del huracán “Karl” la cifra se incrementó a veinte. La mayoría de los materiales óseos y cerámicos datan de los siglos XVI al XIX, aunque también hay restos de cerámica prehispánica correspondiente al periodo Posclásico Tardío de la Costa del Golfo (1300- 1519).

La arqueóloga, adscrita al Centro INAH-Veracruz, detalló que antes del fenómeno meteorológico se habían hecho pozos de sondeo, en los que se encontraron restos de una pilastra y fragmentos de huesos humanos, mismos que fueron nuevamente cubiertos y protegidos ante la llegada del huracán el 17 de septiembre pasado.

Abundó que luego del huracán y antes de reanudar la exploración de este cementerio católico —uno de los primeros establecidos en América—, se tuvo que hacer una labor intensa y durante tres semanas, para limpiar el área de excavación, ya que el viento y el agua tumbaron árboles, y arrastraron hasta allí basura y cúmulos de tierra. Fue durante esas labores cuando se encontró el resto de los esqueletos humanos y materiales cerámicos.

Hernández Aranda señaló que del conjunto de osamentas, destaca un cráneo con mutilación dentaria, indicio de que se trató de un individuo de raza indígena, enterrado en un espacio funerario cristiano. En este sentido, detalló, los españoles poblaron La Antigua a partir de 1524, siendo uno de los primeros asentamientos coloniales y por lo cual es común que algunos de los individuos enterrados en este cementerio todavía presenten marcas de rituales prehispánicos.

Este esqueleto es estudiado por la antropóloga física Blanca Lilia Martínez de León, quien también examinará el total del conjunto de los restos óseos para ofrecer un diagnóstico completo de su filiación cultural y antigüedad.

Agregó que otro esqueleto portaba un collar de cuentas, en tanto que uno más estaba acompañado de una copa de cerámica roja con incrustaciones de feldespato, típica del periodo de contacto hispano. Lamentablemente, señaló la arqueóloga, la mayoría de los entierros se ha encontrado en contextos removidos, debido a las modificaciones que ha tenido el terreno en los últimos dos siglos.

Sobre la cerámica hallada, mencionó que corresponde a fragmentos de tipo colonial, de los estilos Rojo Pulido Colonial, Sevilla Azul sobre Azul, Columbia Plain y Liguria Azul, de los siglos XVI y XVII; también hay mayólica Abo Policromo, Puebla Policromo y Puebla Azul sobre Blanco del siglo XVIII, además de loza fina europea impresa por transferencia, del siglo XIX.

Al detallar sobre el cementerio colonial, la arqueóloga manifestó que con base en investigaciones históricas, se encontraron dos planos del proyecto de construcción de la iglesia Santo Cristo del Buen Viaje, a cargo del arquitecto José Antonio Márquez, que datan de 1798 y 1800. “Aparentemente estamos excavando en lo que fue parte del cementerio del templo, que se encuentra al oeste del predio en exploración”.

Así mismo, añadió la arqueóloga Judith Hernández, en las excavaciones se han encontrado también restos de muros que indican que la llamada Casa de Cortés se extendía más allá de los límites actuales, por lo que es importante determinar cuáles fueron y así precisar la extensión que tuvo el cementerio y profundizar en los sistemas de enterramiento de la época.

La arqueóloga del Centro INAH-Veracruz comentó que luego de una serie de tratamientos que se aplicaron in situ a los esqueletos, éstos ya comenzaron a ser levantados y llevados al laboratorio para su conservación y estudio, con lo que se finalizará esta temporada de excavaciones.

Comentó que será mediante análisis de antropología física y arqueológicos en los huesos, como se podrán tener mayores datos sobre los individuos enterrados en ese sitio, como sus edades, sexo, enfermedades, causas de muerte y antigüedad, así como tener un mayor conocimiento de los sistemas funerarios practicados en el siglo XVI en esta parte del estado de Veracruz.

Finalmente, Judith Hernández indicó que de acuerdo con la investigación histórica, durante las primeras décadas del periodo colonial La Antigua fue un punto estratégico para el comercio novohispano por ser el paso obligado hacia la antigua ciudad de México vía la costa, por lo que el poblado contó con casas reales, Casa de Contratación, Edificio del Cabildo y demás instalaciones urbanas, necesarias para el tráfico mercantil y el depósito de bienes de importación y exportación, así como los caudales y bienes de la Corona española.

La Antigua