jueves, 17 de marzo de 2011

Ajolote, “dios” azteca que se resiste a la muerte

Allan López Sosa :: Clínica de periodismo :: El Universal :: 06 marzo 2011

Sus características regenerativas, sus propiedades curativas y su contribución a la cultura mexicana son lo que más ha llamado la atención de esta especie. Es el ajolote. Un animal que está en peligro de extinción; es una especie endémica de la ciudad de México, originaria de lo que hoy se conoce como la reserva ecológica de Xochimilco.

Actualmente es casi imposible encontrar un ejemplar en su hábitat, en los canales de Xochimilco; sin embargo, la organización Umbral Axochiatl se ha comprometido a contribuir y a preservar al animal. Se trata de un grupo de siete personas dirigidas por Dionisio Eslava Sandoval, don Nicho, como todos lo conocen. Él cuenta que desde pequeño le fue inculcado el cuidado por el ajolote (de nombre científico Ambystoma mexicanum).

Don Nicho dice que cuando era niño lo consumía como una fuente de proteína; sin embargo, con el paso del tiempo la especie fue desapareciendo, tanto que hoy se encuentra en peligro de extinción. Fue entonces que desde 1998 emprendió una lucha por la protección del animal. Formó la organización que preside, pues dice: “no estoy dispuesto a permitir que el ajolote desaparezca”.

A prueba y error

Don Nicho es hoy un experto en el tema. Pero cada conocimiento que posee lo ha obtenido a través de la experiencia. No es biólogo, ni doctor en ciencias, pero el trabajo de toda su vida le permite hablar con maestría del tema. A él nadie le dijo que un ajolote hembra primeriza desova entre 500 y 600 huevos, y que la segunda vez que lo hace llega hasta dos mil. Que una vez que la hembra desovó en el agua donde se encuentran los huevecillos no se puede ni meter la mano, pues eso genera una muerte masiva.

Tampoco que el ajolote tiene capacidades regenerativas, es decir, que algunas partes de su cuerpo como patas, manos, mandíbula, corazón e iris pueden regenerarse si fueron desprendidas por alguna causa. Y mucho menos que su promedio de vida es de 11 años, que a los dos ya está listo para reproducirse y que la temporada de apareamiento es en invierno. Fue a través de la observación que se dio cuenta de ello, de que la especie es fuente natural de proteína, que comen charales, lombrices del tipo de las llamadas tubifex y acociles.

Además, que si dos ejemplares de la misma camada se aparean, se tienen como resultado ajolotes albinos. Éste ha sido un proyecto que, según don Nicho, poco le ha importado a las autoridades, ya que para mantenerlo y contribuir a su preservación se requieren recursos que no salen más que de su bolsillo.

Se trata de un ajolotario ubicado en el barrio La Santísima de la delegación Xochimilco, exactamente entre los canales Crustitla y Apatlaco. Ahí, Umbral Axochiatl ha desarrollado su propio laboratorio con la ayuda del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quienes desde hace más de 12 años se han interesado en la labor que realiza don Nicho en la zona.

Es un espacio acondicionado con peceras y en tres estanques nacen crecen y son estudiados los ajolotes. Cada pecera está identificada con el sexo del animal y la camada a la que pertenece, esto para evitar que con el apareamiento haya ejemplares albinos, los cuales son estériles.

En los estanques ubican a los animales más jóvenes, de hasta dos años, ahí los mantienen hasta que están listos para aparearse, aunque no son todos, pues seleccionan a los más sanos y más grandes. Además de sus propiedades y labor científica, don Nicho destaca su valor cultural, pues dice que son el emblema de una tradición que le han enseñado y heredado sus padres. La cultura xochimilca, la cultura del Agua.

Historia del “dios Xólotl”

Según la mitología azteca, cuando a los dioses se les ordenó su sacrificio para poner en movimiento al Quinto Sol, por temor a la muerte, Xólotl tomó forma primero de planta de maíz, de magueyal y por último de un anfibio llamado axólotl.

Reconocido por sus habilidades para transformarse, cuenta la historia que el verdugo encargado del sacrificio sentenció a Xólotl por su rebeldía a quedarse de esa forma. Sentenciado a tener siempre el cuerpo de un anfibio, y por su temor a la muerte, también fue condenado a que si algún día moría, su cultura lo haría con él. La cultura del agua.

Para don Nicho esto no es un juego. Independientemente de las propiedades medicinales por su cantidad de proteínas, y la contribución a la ciencia, el ajolote (en náhuatl: atl-xólotl, “monstruo del agua”) dice que forma parte de sus raíces, de lo que le fue inculcado y ¿que se pierda?, reitera, es algo que no está dispuesto a permitir.

Xochimilco Vive

La chinampa, el ajolote y, en general, la cultura y reserva ecológica de Xochimilco van más allá de lo que comúnmente se conoce con la trajinera y la zona turística de la demarcación.Una tierra agroecológica que comienza en Cuemanco y se extiende hasta Mixquic a través de un sistema de canales, algo que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación La Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) ha reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Ahí se localizan los defensores de la zona, los chinamperos, la isla de Las Muñecas, especies que llegan al lugar como el pelícano blanco de Canadá que arriba en invierno, y que, según don Nicho: “debe ser preservado junto con los descendientes de una cultura milenaria que se niega a permitir que sigan destruyendo una herencia para las generaciones futuras. Sumémonos a esta defensa”.

Axolotl


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