:: 10 de julio de 2012 :: El Universal ::
Más de una decena de entierros y diversas estructuras arquitectónicas que datan de la época prehispánica,
han salido a la luz en un predio de la avenida Aquiles Serdán, cercano
al centro de la delegación capitalina de Azcapotzalco. De acuerdo con
arqueólogos, el descubrimiento es evidencia de un barrio de comerciantes
tepanecas que tuvo su esplendor hace 700 años, un par de siglos antes
del dominio del imperio mexica en la Cuenca de México.
El hallazgo, resultado de las labores de salvamento arqueológico que
realizan expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta),
confirma que el actual barrio de San Simón Pochtlán fue residencia de
las familias de pochtecas o comerciantes durante la época precolombina,
hacia 1200-1300 d.C. Se trata de un espacio de élite que fue parte de un conjunto
cívico-ceremonial, lo que se deduce por la cercanía de la Capilla de San
Simón, la cual fue edificada durante la Colonia sobre un teocalli, una
gran plataforma prehispánica.
En el predio en cuestión, el equipo de la Dirección de Salvamento Arqueológico
del INAH, con apoyo de estudiantes de la Escuela Nacional de
Antropología e Historia, sólo ha ubicado contextos de la época moderna y
prehispánica, lo cual responde al hecho de que hasta 1950, buena parte
del territorio de Azcapotzalco era ocupado por ejidos y ranchos. Calas de aproximación, unidades de sondeo para conocer cómo los antiguos
habitantes adecuaron el terreno para ocuparlo, y cinco unidades de
excavación para liberar vestigios culturales y arquitectónicos -que
permiten conocer la asociación de distintos espacios-, son el resultado
de dos meses de trabajos arqueológicos, que se extenderán de modo
indefinido debido a la continua aparición de vestigios, principalmente
de entierros.
La arqueóloga Alejandra Jasso Peña, quien dirige las labores de
prospección, informó que en una de las unidades de excavación, de
aproximadamente 4 m de ancho por 22 m de largo, se han registrado al
menos una decena de entierros en posición sedente -debido a que fueron
amortajados con un fardo-, casi todos infantiles, lo que habla de la
alta tasa de mortalidad de niños en sus primeros tres años de vida, en
ese periodo (1200-1300 d.C.).
La mayoría de estos depósitos funerarios, que se hallan
dentro de fosas excavadas en el sustrato, están distribuidos bajo un
patio que estuvo apisonado. Todos los entierros infantiles presentaron
ofrenda, compuesta por objetos cerámicos: flautas, sahumadores,
incensarios, copas, cajetes, malacates con representaciones de aves, y
platos -varios volteados bocabajo como símbolo de lo efímero de la
vida-, algunos de los estilos Azteca II (característicos por el tono
negro sobre naranja) y Rojo Texcoco.
En dicho espacio, abundó Jasso Peña, además se halló el entierro
(también sedente) de una mujer que debió tener alrededor de 25 años a la
hora de su muerte, la cual debió ser posparto, pues la osamenta se
halló cubriendo los restos óseos de un neonato. El esqueleto portaba un
ajuar, compuesto por un par de orejeras y una pulsera con cuentas de
obsidianas de diversos tonos, en forma de gotas, lo que indica que se
trató de un personaje importante del barrio de los pochtecas.
Asimismo, a unos metros del mismo patio, se ubicó el entierro de otro
infante, el cual destaca por un cajete -de mayores proporciones con
respecto a otros- que se le ofrendó, y porque también estaba acompañado
por los restos óseos de un perro, indicativo de que el animal fue
sacrificado para acompañarlo en "la otra vida".
Además, en los alrededores de un altar (de 4 m por 6 m) estaban
dispersos algunos cráneos que mostraban perforaciones simétricas en
ambos parietales. De acuerdo con Alejandra Jasso, pudieron formar parte
de un tzompantli o muro de calaveras, quizá de tipo vertical, pues los
horizontales se comenzaron a utilizar en etapas posteriores, ya cuando
los mexicas dominaban la zona.
Jorge Arturo Talavera González, investigador de la Dirección de
Antropología Física del INAH, detalló que en el área del patio también
se localizaron tres copas (dos de tipo pulquero y una trípode) que
contenían restos de cráneos cremados. Dado que en algunas fuentes se
menciona que personajes de élite eran incinerados para evitar la
putrefacción del cuerpo, no se descarta que los descubiertos en San
Simón Pochtlán correspondan a miembros importantes del barrio de
comerciantes.
Sobre los entierros hallados en posición sedente, el especialista del
INAH comentó que éstos denotan el conocimiento que los tepanecas tenían
sobre el proceso de rigor mortis, de manera que flexionaban y
amortajaban el cuerpo durante las primeras tres horas luego del
fallecimiento de la persona.Una plataforma de 16 m de longitud, el altar, una serie de vestigios de
cuartos y el patio mencionados, además de los restos de un drenaje, se
cuentan entre los elementos arquitectónicos que se han detectado en el
subsuelo, a partir de calas, unidades de sondeo y de excavación.
La arqueóloga Alejandra Jasso hizo hincapié en que en los rellenos de la
excavación también se han encontrado varios entierros secundarios, es
decir, que el individuo fue removido o sus restos fueron puestos en un
sitio distinto al original. En estos mismos contextos, se han hallado
figurillas femeninas asociadas a la fertilidad, y vasos vinculados al
culto de los dioses Tláloc y Quetzalcóatl, lo que permite reconocer las deidades veneradas por estos antiguos grupos.
Resaltó que el salvamento arqueológico en el barrio de San Simón
Pochtlán, es de las escasas oportunidades que se han tenido para
explorar lo que fue el centro cívico-ceremonial de la antigua ciudad
tepaneca de Azcapotzalco.Por ejemplo, finalizó, a inicios de los años 80, con la construcción de
la Línea 6 del Metro, en el tramo de la estación Azcapotzalco, se
exploró un asentamiento en San Marcos Izquiztlán, donde fueron
descubiertos alrededor de 400 entierros y gran cantidad de malacates y
agujas de cobre, tales materiales sugerían que el barrio se dedicó
posiblemente a la actividad textil, participando en ella hombres y
mujeres, como tejedores e hilanderos.
El esplendor de Azcapotzalco
La línea dinástica de los señores de Azcapotzalco, entre 1200 y 1300
d.C., incluye a los siguientes gobernantes: Quauhtzintecuhtli,
Ilhuicamina, Matlacóhuatl, Tezcacohuatl y Tezcapuctli. Hacia fines del
siglo XIV, Azcapotzalco -localizada en el noreste de la Cuenca de
México- era la principal fuerza político-militar de esta área, y
controlaba un extenso territorio.No obstante, la ciudad fue tomada entre 1428 y 1429 por tropas
huexotzincas, texcocanas y mexicas, y a partir de ese momento se
procedió a considerarlo como un centro secundario, sujeto a un nuevo
centro de poder, Tlacopan, que sería la nueva sede del señorío tepaneca,
dentro de la unidad política de la Triple Alianza.
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