07 de marzo de 2012
: : Abida Ventura : : El Universal
La vida femenina en Mesoamérica era presidida por diosas o patronas.
Deidades protectoras y de carácter maternal ligadas al hogar, la tierra,
la noche, la sexualidad, la fertilidad y la fecundidad, cada una
determinaba, en gran medida, el comportamiento cotidiano y moral de la
mujer prehispánica.En los mitos, en los códices, esculturas o pinturas es común ver a las
diosas representadas con elementos relacionados con las actividades
atribuidas a las mujeres.
La mayoría de las diosas, comenta la arqueóloga Miriam López, “muestra
el modelo deseable para las mujeres, al ser mostradas con implementos de
hilado, tejido, exaltando la idea de que las mujeres son las encargadas
de los mantenimientos, los alimentos para que la sociedad sobreviva”.Las historiadoras María de los Ángeles Ojeda Díaz y Cecilia Rossell
también aseguran que las diosas veneradas en Mesoamérica “modelaban la
actitud mental de la mujer y determinaban el modo en que cada una debía
comportarse en todos los actos de su vida”.
Tanto en la concepción mexica, como en la maya, se compartió el interés
primordial por enfatizar la fertilidad humana-vegetal en las diosas, así
como los mantenimientos que provenían de las mujeres como “seres
nutricios”.Otro de los aspectos que resalta en las representaciones de las diosas y
mujeres mexicas y mayas es su contribución económica mediante el tejido
e hilado, añade Miriam López, autora del libro De mujeres y diosas
aztecas.
Así, en el caso de las deidades femeninas mexicas relacionadas con la
agricultura, con la tierra y sus frutos, destacan Xilonen y Chicomecoatl
(maíz tierno y maíz maduro), Mayahuel (maguey), Huixtocihuatl (sal),
Chalchiuhtlicue (agua), Iztaccihuatl (montañas) y Xochiquetzal (flores).
Mientras que, entre las divinidades de la fecundidad-maternidad
estaban: Omecihuatl, la gran creadora de la que surgen dioses y hombres;
Toci, “Nuestra abuela”; Teteoinnan, “Madre de los dioses”; Coatlicue,
madre de Huitzilopochtli; Tonacacihuatl, “Mujer de nuestro sustento”,
principal nodriza de la población; Oxomoco, primera mujer creada de la
que surgió el resto de la raza humana; Cihuacoatl, diosa invocada en los
partos difíciles; Tonantzin, “Nuestra madre”; Yoalticitl, patrona de
los partos; Tlazolteotl, la gran paridora; y las cihuateteo, mujeres
divinizadas que murieron en su primer parto.
A estas deidades se les suman las vinculadas con otros aspectos, como el
sexual (Xochiquetzal y Tlazolteotl), el bordado y el tejido
(Xochiquetzal, Mayahuel, Tlazolteotl y Toci) y el hogareño (Chantico).
De acuerdo con la arqueóloga Miriam López, estas últimas fueron “númenes
extranjeros adoptados en el peregrinar mexica hacia el centro de
México, tradiciones provenientes de otros pueblos que con el paso del
tiempo fueron asimiladas y terminaron mimetizándose con la tradición
azteca-mexica”.
Ojeda Díaz y Cecilia Rossell, que en su texto Las diosas en los códices
del Grupo Borgia analizan la función religiosa de ocho diosas
representadas en este documento antiguo escrito en Puebla, años antes de
la Conquista, destacan la importancia que se les da a las diosas
Tlazolteotl y Xochiquetzal, las cuales representaban “los modelos
divinos que regían a la mujer madura y joven respectivamente, y en
sentido más amplio, a los mitos femeninos que describen los momentos más
íntimos de una mujer, su sexualidad, concepción y alumbramiento”.
De cuidadoras a provocadoras
En el caso de las diosas mayas, Miriam López comenta que la diosa Madre
maya está vinculada con la tierra, pero también con la luna. En su
aspecto juvenil recibe el nombre de Diosa I o Ix Chel; en su aspecto
senil se le conoce como Diosa O, también llamada Ix Chebel Yax.“Son divinidades de la fertilidad, númenes solícitos, maternos, sexuales
y fecundos, dadoras de vida, señorean el agua, los ciclos vitales. Pero
también provocan o curan enfermedades y proveen el agua para la vida o
la retiran provocando la muerte”, explica la especialista.
Existe además otro grupo que, por sus atributos de diosas rebeldes,
destructivas y hostiles, fueron consideradas como un “antimodelo”, pues
“en los mitos se justifica la marginación de las diosas y, por tanto, de
las mujeres de los ámbitos públicos: política, religión y guerra”.En esta categoría se ubican las hermanas de Huitzilopochtli,
Coyolxauhqui y Malinalxochitl, quienes, según los mitos, quisieron retar
el poder de su hermano y cuestionar su liderazgo, ante lo cual él
terminó arrojando del Coatepec (Cerro de la serpiente) a la primera y
abandonando a la segunda en Malinalco.
“El mito de Coyolxauhqui representa la exclusión de las mujeres del
poder político; el de Malinalxochitl es símbolo de la marginación
femenina de la estructura religiosa”, comenta Miriam López.Pese a la importancia que las diosas pudieron poseer, por estar
vinculadas con la Madre Tierra, según las especialistas, su culto se vio
opacado en las sociedades estatales por el culto guerrero.
“En las religiones estatales y bélicas como la mexica ya no se les dio
una importancia primordial a las diosas. Las divinidades femeninas
necesitaron siempre de un dios acompañante con los mismos atributos pero
con mayor radio de acción”, dice López, quien asegura que de los 144
nombres nahuas que corresponden a dioses distintos o sus advocaciones,
sólo una tercera parte la constituyen las diosas.
Diosas