: : Agencia Reforma : : Cultura : : 13 febrero 2013 : :
México, DF.- La Pirámide del Sol, en Teotihuacán,
podría no ser tal. Los hallazgos en su cúspide arrojarían que podría
tratarse de la Pirámide del Fuego. El
descubrimiento reciente de dos estelas y una representación mayor
policromada del Dios Huehuetéotl, el Dios Viejo o del Fuego, es
“mayúsculo” y “único”, advierte en entrevista Leonardo López Luján;
“relevante”, añade Eduardo Matos Moctezuma: “Importante en todos los
aspectos”. Ambos arqueólogos reabren el debate.
Y es que
siempre se ha discutido el culto que se profesaba en el monumento. En
tiempo de los mexicas, por ejemplo, se pensó que allí se adoraba al
astro solar; de allí que fuera bautizada por ellos cuando la visitaron
ya en ruinas como Tonatiuh Tzacualli, que quería decir Montículo del
Sol. Con el paso del tiempo se supondrían otras adoraciones: al Dios de
las Tormentas, que no era más que Tláloc, o a deidades terrestres, como
la llamada Gran Diosa (The Great Goddess), lo cual ya había sido
desechado. “Pero la implicación de este hallazgo es mayúsculo”,
opina López Luján: “Lo que estamos viendo es muy sugerente porque es
posible que la Pirámide del Sol tenga que ver con el fuego y con el
tiempo, porque hay que recordar que el Dios Huehuetéotl es también el
dios del tiempo, del año y los ciclos calendáricos”.
El
descubrimiento en la cúspide por parte del equipo encabezado por el
mexicano Alejandro Sarabia y el japonés Saburo Sugiyama, este último de
la Universidad Provincial de Aichi, quienes trabajan en el sitio desde
2005, no es una señal aislada. En 1906, en la base de la pirámide,
Leopoldo Batres encontró una serie de braceros y esculturas
relacionadas con el fuego y la Fiesta del Fuego Nuevo, mientras que
Rubén Cabrera halló hace una década jaguares, que además de ser símbolos
del sol, lo son también del fuego del inframundo.
“De manera que
si sumas todos estos ingredientes, nos llevaría a pensar que el hallazgo
es importantísimo”, sostiene López Luján: “La pirámide representaría un
templo dedicado al fuego y al final de los ciclos calendáricos”. ¿O sea que la Pirámide del Sol podría ser más bien la Pirámide del Fuego?, se le pregunta. “Exactamente”, zanja el arqueólogo. Para
Matos Moctezuma, el hallazgo de la representación del Huehuetéotl, de
54 centímetros de altura y 190 kilos de peso, el más grande conocido
hasta el momento, añade a su importancia la necesidad de reabrir la
discusión del culto.
Recuerda que las primeras representaciones
del dios fueron halladas, aunque en escalas menores, en Cuicuilo, ciudad
que pudo ser azotada por la erupción de un volcán cercano, el Xitle. “Resulta
ahora impresionante que salga esta figura y venga a unirse a la
discusión de a quién estaba dedicada la pirámide llamada del Sol… La
arqueología lleva allí 100 años excavando, o más, porque en realidad el
primero que lo intentó fue, en el Siglo 17, Sigüenza y Góngora. El hecho
es que viene a sumarse un elemento más del significado del monumento”,
asegura Matos Moctezuma.
La pieza hallada en su cúspide es
excepcionalmente grande, policromada y ricamente pintada. Tiene rasgos
del rostro que la hacen particular. Es única en su tipo, coinciden los
arqueólogos. Pero si el culto de la Pirámide del Sol es al fuego, ¿a quién se adoraba en la de la Luna? Los
arqueólogos ponen la pregunta sobre la mesa, y es López Luján quien
responde: “Los nombres del Sol y de la Luna provienen de los mexicas.
Ellos pensaban, en el siglo 16, que esas dos pirámides ya en ruinas
estaban dedicadas a esos dos cultos. ¿Pero cuál es la realidad?”.
“Lo
interesante es que en la Pirámide de la Luna se han encontrado imágenes
de una diosa que ha sido interpretada como la Diosa del Agua, y ya
desde el Siglo 19 se hablaba de esa presencia en la Plaza de la Luna.
Entonces pudiéramos llegar a la conclusión de que la Pirámide del Sol
representa en realidad al fuego y la de la Luna al agua: la Pirámide del
Agua”, expone López Luján.
Teotihuacan
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